ESPIAMOS POR LA MIRILLA A THEODOSIO BARRIOS
Nos meteremos en el mundo de las letras para charlar con el escritor Theodosio Barrios Rocha, para conocer de su amor por los libros, la vida y otras cosas que ame y no tanto.
-L.M: ¿Comenzamos por el principio como en los libros? ¿Cuándo tomaste el papel y la lapicera con el objetivo de escribir por primera vez?
-T. B: Años más o menos, en la primera adolescencia de aquel entonces. En los primeros años del secundario donde la rebeldía me hacía introvertido y la soga de lo literario me la tiró Nevia Raquel Thompsom de Aguilera, profe de literatura del Instituto de Comercio Santa Catalina de donde egresé como perito mercantil (jaj) ambiente extraño para dedicarse al poema que por cierto era totalmente dedicado al amor adolescente y uno que otro grito de protesta ante injusticias sociales y “traiciones” idílicas.
-L.M: ¿Y cuándo supiste que sería tu vocación para siempre?
-T. B: Desde ese mismo momento. Porque si algo tiene de extraordinaria la escritura (o cualquier forma de arte) es su efecto descontracturante y liberador. Un verdadero salvavidas para cualquiera que se precie humano.
-L.M: ¿Cuántos libros hay en tu biblioteca de tu autoría? ¿Y cuantos de otros autores aproximadamente?
-T. B: Tuve el placer y honor de publicar más de una centena de títulos de autores de varias latitudes y, por supuesto, de acompañar en todos los detalles previos al nacimiento de cada obra con sus autores cargados de ansiedad y expectativa. De mi autoría poco más de diez.
-L.M: ¿Quién te inspiró para ser escritor?
-T. B: No creo en la inspiración, mi mecanismo mental es puro instinto. Me gusta decir que soy un escuchador de susurros poéticos y relatos que transcribo para que otros sientan lo que yo al escucharlos. Ese es mi desafío personal y, de lograr conmover al lector, ya no importa pensar quién lo escribió y haga suyo el texto con el pensamiento de que hay alguien que transcribió sus horas de alegrías, congojas, sacrificios o postergaciones.
-L.M: Dicen que todos tenemos un hijo predilecto, si tus libros son tus hijos,¿ cuál es el mimado?
-T. B: ¡Qué pregunta! Todos “mis hijos” son tan iguales y distintos, cada uno tiene fortalezas y debilidades para mí. Sin bien El Vademécum de la picada es el más popular y sigue siendo el más pequeño y travieso de todos porque lo sigo reeditando conforme sigue creciendo con el aporte del conocimiento popular que recopilo continuamente de las personas que creen en la magia y el afecto que cura dolencias del cuerpo y el alma.
-L.M: En las películas siempre nos muestran a los escritores tortuosos, complicados, quedándose en blanco cuando tienen que entregar un libro a la editorial. ¿Cuánto hay de cierto y cuánto de ficción?
-T. B: Creo que ese arquetipo se corresponde a escritores que firman convenio editorial en las grandes urbes. No es mi caso ni el del universo de autores que conozco en persona.
-L.M: ¿Con estos tiempos de tecnología, donde todo es tan rápido y efímero, la gente sigue leyendo? Y personalmente ¿Cómo te llevas con las redes, y como te encontramos en ellas?
-T. B: Siiii…muchas personas siguen leyendo. El libro es un “producto” de primera necesidad y requerido aun ahora cuando las redes parecen eclipsar la práctica de la lectura de un material de papel y tinta. La única “señal” que necesita este artefacto paginado es que el usuario esté predispuesto a “viajar” con lo escrito por un alguien en alguna parte. Casi con certeza digo que el estado de abstracción que tiene un lector de libros no lo consigue un lector de redes. Pero es un hecho que son cosas diferentes.
Y me encuentran a mí o a mi material en FaceBook e Instagram como thbarrios
-L.M: Theodosio contanos de la editorial Rocha (que curiosamente lleva tu apellido) y de los grupos de escritores que has creado y de los que eres parte.
-T. B: ….si te contesto esto no terminamos nunca la nota jajajaj.
-L.M: No tenemos apuro en estos tiempos pandémicos, pero bueno nos quedamos con la duda, seguimos con la nota.
-L.M: ¿Qué tiene que tener el texto de un aprendiz de escritor que te pide tu opinión para que le subas tu pulgar?
-T. B: En primer lugar, debo sentir, sin esforzarme, que es honesto con sus limitaciones, que no trata de alardear con grandilocuencias y adjetivaciones. Debe tener un mensaje claro y directo y hablar en nuestro idioma de amerindia, regional, local, etc, es decir, sin españolismos (extranjerismos) traducible en otros idiomas. Desde siempre se me trató de inculcar que lo lírico, por ejemplo, DEBE ser escrito de acuerdo a corrientes medievales del habla -¿para ser tenidos en cuenta ante la “academia”?-. Códigos y fórmulas de palabras poco elaboradas, sin mucha formalidad digamos, me gusta lo coloquial porque el efecto de la comprensión es inmediato respecto del lector que a mí me interesa me lea, y que el regionalismo. Que lo coloquial es peligrosamente aburrido y efímero. No obstante, dar un mensaje que llegue al otro, de éste modo, sí que es desafiante.
-L.M: Y es inevitable que te pidamos una opinión sobre esta pandemia mundial que nos invade en cuerpo alma y mente, cómo la estás viviendo, qué ves de positivo y negativo. Y qué mensaje podés compartir con nuestros lectores.
-T.B: Es una pregunta compleja para una respuesta simple. Cuidarnos más que nunca. Como si acechara Dios, Satán, el hombre de la bolsa o el pombero. Es una crisis global y así lo debemos asumir. Es la primera vez que no pienso en conspiraciones gubernamentales por consiguiente debemos atenernos a las directivas de los que saben y pueden lograr que esto se termine. Esto no es un mal sueño, esta es la realidad amenazante que nos empuja a sacar y dar todo lo que podamos para pervivir a salvo con nuestros iguales, desde el afecto y buena convivencia. Es decir, es un buen momento para poner en práctica la tan mentada empatía más allá de banderías políticas porque la grieta tomó otra forma ahora, y a medida que pasan los días será peor.